MONÓLOGO DE NUDOS
Para confundir a los enemigos llevo a veces
Sobre el pecho una llama negra y a su lado
Hago girar la cruz del viento y su panal de avispas
Con que alimento a esos invasores invisibles
Seres breves y oscuros
Que se conjuran a las puertas de lo imborrable
Yo que he amado hasta el delirio sin recompensa
Hasta los confines del deseo que se convierte en agua muerta
En conquistada tierra abandonada
Me obligo a desterrar las dudas sin certidumbre
El color de un recuerdo que abrimos como una caja fuerte
Sólo contiene el rizo de una calavera
Una franja amarilla de caprichosos movimientos
Debería llamarse la pierna de las miradas postizas
O el fogón azul que nunca da en el blanco
O mil cosas más que he preferido olvidar
Sin que haya renunciado a desvanecerme entre los muslos
De la mujer que me acompaña en la ruta hacia la región de salsipuedes
El rayo se integra a lo que permanece
Intacto me porfía el descubridor de los gatillos alegres
Sería delicioso dinamitar el silencio sin hacer ruido
Aunque no derramáramos una gota de sangre
La vela duerme duermevela
En los cabellos que despiertan la confianza
De los cobradores de perplejidades
Escucho el relincho de un caballo de mármol que se va a pique
Lo que más me conmueve son las cabezas hinchadas
Que terminan como un pequeño agujero en mi zapato
Al chasquido del látigo del arriero tus besos son la herida anticipada
Un color nuevo retumbando en los laberintos de la carne
La piel de una sombra que devoramos juntos.
Sospechas del abrazo antes que nazca
Conducen al cristal reprimido a la elegancia muda
Al fruto de la distancia tanto tiempo ignorado
Entre el relámpago de cabeza de vaca
Y el navegante con el rumbo perdido
Hay equipajes sueños abandonados en la Gare du Nord
Alguien que no vendrá
Y espera disecándose y ahora y los andenes.
Todos los recuerdos que caben en la espada del verano
No son suficientes para estrangular lo que yo he sido
Ni añadir a mi vida otro color robado
A la imaginación cuando desata su cabellera de ónix silencioso
Siempre fiel al alarido del que viene
Sembrando un oro nuevo entre los viejos esplendores.
Para confundir a los enemigos llevo a veces
Sobre el pecho una llama negra y a su lado
Hago girar la cruz del viento y su panal de avispas
Con que alimento a esos invasores invisibles
Seres breves y oscuros
Que se conjuran a las puertas de lo imborrable
Yo que he amado hasta el delirio sin recompensa
Hasta los confines del deseo que se convierte en agua muerta
En conquistada tierra abandonada
Me obligo a desterrar las dudas sin certidumbre
El color de un recuerdo que abrimos como una caja fuerte
Sólo contiene el rizo de una calavera
Una franja amarilla de caprichosos movimientos
Debería llamarse la pierna de las miradas postizas
O el fogón azul que nunca da en el blanco
O mil cosas más que he preferido olvidar
Sin que haya renunciado a desvanecerme entre los muslos
De la mujer que me acompaña en la ruta hacia la región de salsipuedes
El rayo se integra a lo que permanece
Intacto me porfía el descubridor de los gatillos alegres
Sería delicioso dinamitar el silencio sin hacer ruido
Aunque no derramáramos una gota de sangre
La vela duerme duermevela
En los cabellos que despiertan la confianza
De los cobradores de perplejidades
Escucho el relincho de un caballo de mármol que se va a pique
Lo que más me conmueve son las cabezas hinchadas
Que terminan como un pequeño agujero en mi zapato
Al chasquido del látigo del arriero tus besos son la herida anticipada
Un color nuevo retumbando en los laberintos de la carne
La piel de una sombra que devoramos juntos.
Sospechas del abrazo antes que nazca
Conducen al cristal reprimido a la elegancia muda
Al fruto de la distancia tanto tiempo ignorado
Entre el relámpago de cabeza de vaca
Y el navegante con el rumbo perdido
Hay equipajes sueños abandonados en la Gare du Nord
Alguien que no vendrá
Y espera disecándose y ahora y los andenes.
Todos los recuerdos que caben en la espada del verano
No son suficientes para estrangular lo que yo he sido
Ni añadir a mi vida otro color robado
A la imaginación cuando desata su cabellera de ónix silencioso
Siempre fiel al alarido del que viene
Sembrando un oro nuevo entre los viejos esplendores.
poema que aparecerá en la revista " LABIOS MENORES"
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