Algunas aclaraciones: el ensayo de Trilling, recogido en su libro La imaginación liberal , no hablaba de la función de la "revista literaria" (aunque así se tradujo), sino de la Little Magazine : se refería a las descendientes de las "pequeñas revistas" -pequeñas sólo en virtud de su circulación- de principios del siglo XX que abrieron el camino al modernismo literario (desde Joyce a Pound). Por su parte, el ensayo de Ozick, "Función de la pequeña editorial" (incluido en su libro Metáfora y memoria ), más que a las pequeñas editoriales se refiere a esas "pequeñas revistas", pues muchas de aquéllas son más bien éstas, con otro nombre. Constataba que si antes había veinte revistas con una única idea modernista, al momento de escribir había cientos, con otras inspiraciones; y que los tiempos habían cambiado, pues la "contracorriente" se había transformado en corriente principal y se había perdido el glamour de la bohemia y la marginalidad.
En lo que Trilling y Ozick coincidían era en que una función de la revista cultural era "mantener encendidos los nuevos talentos".Aunque la situación de las revistas culturales ha cambiado a estas alturas, muchas de las observaciones de Trilling y Ozick son pertinentes. Las revistas se han multiplicado aún más derivando a objetos y públicos muy precisos (sobre cine, música, diseño), pero también han aumentado las dedicadas a la crítica cultural en sentido amplio, que a veces bajo la categoría "pensamiento", cubren desde las artes plásticas y la filosofía a la literatura y la política. Ellas siguen siendo "semillero del genio" (Thomas Paine), donde generaciones de jóvenes han gastado sus energías para crear una revista que dejara una marca indeleble, aunque a poco andar ellos suelan desilusionarse ante la magra circulación y la general indiferencia que lleva a esas publicaciones a perecer.
Orígenes
Probablemente los orígenes de estas revistas se encuentren en el surgimiento de la "esfera pública" de intercambio de ideas (en cafés, clubes y la prensa diaria y periódica) durante la Ilustración: algunas publicaciones todavía sobreviven (como The Spectator y Revue des Deux Mondes, fundadas, respectivamente, en 1828 y 1829). Y su impronta se dejó sentir durante todo el siglo XX. Muchas de ellas fueron marcadas por la personalidad de sus editores famosos: desde Criterion (T. S. Eliot), Horizon (Conolly y Spender) o Nouvelle Revue Française (Gide o Paulhan) hasta Critique (Bataille), Les Temps Modernes (Sartre) o la reciente McSweeney's (Dave Eggers). Las hay tradicionales y más bien austeras en su diseño hasta las que se ponen de moda y tienen formatos novedosos. Podrían ubicarse en cada categoría revistas tan conocidas como New York Review of Books, Granta, Times Literary Supplement, Salmagundi, London Review of Books, N+1, The Believer o New Yorker.
En castellano
Tan sólo limitándose al siglo XX, las hay cruciales. En España, la Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset en 1923, y que continúa publicándose, ejerció una labor fundamental en la difusión de la cultura europea. Pero las revistas culturales proliferaron con fuerza expansiva en España desde la década de 1980, contando con una asociación (ARCE), que incorpora 110 de ellas. Algunas tuvieron su momento, como Ajoblanco (dos etapas: 1974-1980 y 1987-1990) o la lujosa El Paseante (1985-1998). Otras desaparecieron por falta de recursos, como Lateral y una de las mejores, Archipiélago, que existió de 1988 a 2008. Sin embargo, subsisten algunas excelentes y que están circulando en Chile, como Revista de Libros (nacida en 1996): comentarios bibliográficos que van mucho más allá de lo puramente informativo. O la sofisticadísima Trama & texturas (iniciada en 2007), que gira en torno al libro, la lectura, la edición y los nuevos soportes de texto.
En Hispanoamérica, es de destacar la revista argentina Sur (1931-1992), fundada y dirigida por Victoria Ocampo, una publicación de vocación cosmopolita, con colaboradores inmejorables (por de pronto, Borges). Podrían mencionarse revistas cubanas (Orígenes), peruanas (Las moradas o Hueso Húmero), colombianas (Número y El Malpensante) o uruguayas (Marcha). En México existe una tradición: desde Contemporáneos o El hijo pródigo, ambas en la primera mitad del siglo XX, hasta las creadas por Octavio Paz: Plural (1971-1976) y Vuelta (1976-1998) y su heredera Letras Libres, dirigida por Enrique Krauze. Existe, por cierto, un "Censo de revistas culturales iberoamericanas", que recoge información sobre más de 500 de ellas en la región.
En Chile
En nuestro país tampoco han faltado. Limitándonos nuevamente al siglo XX, es posible mencionar Pro-arte (1948-1956), dirigida por Enrique Bello y en la que escribieron Eduardo Anguita y Luis Oyarzún, y donde hicieron sus primeras colaboraciones entonces jovencísimos escritores luego destacados. Y más adelante, Árbol de Letras (1967-1969), dirigida por Antonio Avaria; Orfeo (1963-1968), dirigida por Jorge Teillier y Jorge Vélez; Cormorán (1969-1970), dirigida por Enrique Lihn. Más recientemente, una serie de revistas, algunas vigentes, otras desaparecidas o de periodicidad desconocida: Rayentrú, Calabaza del diablo, Matadero, Vértebra, Derrame, Francachela, Grifo, Contrafuerte, 2010, o La Calle Passy 061, por mencionar algunas. Otras simplemente desaparecieron, como Rocinante (dirigida por Faride Zerán) o Revista de Crítica Cultural (dirigida por Nelly Richard): una selección de la revista se recogerá en cuatro volúmenes, de los cuales han aparecido tres, publicados por Cuarto Propio. Una de las más notables revistas publicadas en Chile fue Babel, dirigida por Enrique Espinoza y que circuló entre 1939 y 1951: una selección de artículos de importancia en ella ha sido publicada por LOM en tres volúmenes, comprendiendo desde la literatura a la política.Como señalaba Ozick, a veces las "contracorrientes" no lo son tanto y algunas revistas que parecen contraculturales o anarquistas, se publican con "el patrocinio del Fondo del Libro". En todo caso, tanto en Chile como en otras partes, es de agradecer la existencia de publicaciones en que se escriba con un pie en la torre de marfil y otro en la esfera pública, o más bien, hagan una reflexión más calmada e informada frente a la inmediatez del diario y una crítica aligerada de los lastres de la erudición académica.
FUENTE: Revista de libros de "El Mercurio", Domingo 27 de Diciembre de 2009
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